"Sí Importa"
Junto a la cosa del vasto Océano Atlántico vivía un anciano. Cada día, cuando la marea se retiraba, él caminaba a lo largo de la playa durante millas.
Otro hombre que no vivía lejos lo observaba en ocasiones, mientras él desaparecía en la distancia y más tarde lo veía regresar.
El vecino también notó que, mientras caminaba, el anciano se inclinaba con frecuencia para levantar algo de la arena y después lo echaba al agua.
Un día, cuando el anciano iba por la playa, su vecino lo siguió para satisfacer su curiosidad y, por supuesto, mientras lo miraba, el anciano se inclinó y recogió algo con cuidado para echarlo en el Océano.
Para cuando el anciano se detuvo la siguiente vez, el vecino se había acercado lo suficiente como para ver que lo que estaba recogiendo era una estrella de mar que ser había quedado atrás al retirarse el agua y que, por supuesto, moriría de deshidratación antes de que la marea volviera a subir.
Mientras el anciano se daba vuelta para devolverla al Océano, el vecino le gritó con un dejo de burla en la voz:
-¡Eh viejo! ¿Qué haces? Esta playa se extiende por cientos de kilómetros ¡y miles de estrella de mar quedan atrapadas en la arena todos los días! ¿Seguro que tú no piensas que el devolver unas pocas al mar importará mucho?
El anciano lo escuchó y se detuvo un momento, entonces sostuvo la estrella de mar en su mano hacia el vecino, y le dijo:
!IMPORTA PARA ESTA! -dijo.
De la misma forma, hay muchas almas baradas en la playa de este mundo, y nosotros tenemos la comisión de devolver al Océano del Amor de Jesús, sin menospreciar el regalo de Su Sacrificio, a todas las que podamos. ¡Animo... Hay mucho por hacer...!
Otro hombre que no vivía lejos lo observaba en ocasiones, mientras él desaparecía en la distancia y más tarde lo veía regresar.
El vecino también notó que, mientras caminaba, el anciano se inclinaba con frecuencia para levantar algo de la arena y después lo echaba al agua.
Un día, cuando el anciano iba por la playa, su vecino lo siguió para satisfacer su curiosidad y, por supuesto, mientras lo miraba, el anciano se inclinó y recogió algo con cuidado para echarlo en el Océano.
Para cuando el anciano se detuvo la siguiente vez, el vecino se había acercado lo suficiente como para ver que lo que estaba recogiendo era una estrella de mar que ser había quedado atrás al retirarse el agua y que, por supuesto, moriría de deshidratación antes de que la marea volviera a subir.
Mientras el anciano se daba vuelta para devolverla al Océano, el vecino le gritó con un dejo de burla en la voz:
-¡Eh viejo! ¿Qué haces? Esta playa se extiende por cientos de kilómetros ¡y miles de estrella de mar quedan atrapadas en la arena todos los días! ¿Seguro que tú no piensas que el devolver unas pocas al mar importará mucho?
El anciano lo escuchó y se detuvo un momento, entonces sostuvo la estrella de mar en su mano hacia el vecino, y le dijo:
!IMPORTA PARA ESTA! -dijo.
De la misma forma, hay muchas almas baradas en la playa de este mundo, y nosotros tenemos la comisión de devolver al Océano del Amor de Jesús, sin menospreciar el regalo de Su Sacrificio, a todas las que podamos. ¡Animo... Hay mucho por hacer...!
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